Te miro, mantengo la mirada fija sobre tu rostro, mas para buscar que hay en ti debo mirar. Pero tu revoleas tus ojos hacia tu izquierda, ¿acaso no quieres que vea algo?
Mi primera impresión me ha engañado, lo que me engaña, me hace mas fuerte. Me he dejado llevar por la apariencia de tu seguridad y felizmente me he engañado, mas felizmente tus ojos te han delatado. Pero en esa condición de evasión solo delataron lo que no hay, yo quiero conocer lo que hay.
Me he subido a la punta del árbol y confieso: he visto demasiado. Pero contigo algo ha pasado: no he visto mucho. Mi vos dormida me sugiere: súbete a otro árbol mas alto.
Para subir a uno mas alto necesito fuerza de espíritu, tus sutiles evasivas producen fuerte viento y yo soy madera ardiendo, mas así soy mas liviano, me quemo y me voy alivianando. Todavía no he llegado a la punta del árbol, y creo nunca poder lograrlo, solo espero subir lo suficiente, para poder ver de ti mucho y demasiado.
He trepado árboles pequeños, he visto algo de ti: inseguridad, impaciencia, miedo a la soledad, he visto máscaras, evasión de tu realidad.
Ahora ya sabés que te estoy mirando, si solo mantienen por un minuto la mirada sin quebrarte, tal vez podré decir que de ti he visto demasiado.
Sin embargo, a pesar de todo existen las tinieblas y el alma del hombre es triste. Infinitamente triste. Mas la vida no puede ser así. Un sentimiento interno me dice que la vida no debe ser así. Si yo descubriera la particularidad de por qué la vida no puede ser así, me pincharía, y como un globo me desinflaría de todo este viento de mentira y quedaría de mi apariencia actual un hombre flamante, fuerte como uno de los primeros dioses que animaron la creación. Roberto Arlt,"Los siete locos" 1929
No hay comentarios:
Publicar un comentario