El más pérfido enemigo
el mejor aliado
el único quiero que mire detrás de la cortina
cuando mis deseos concluyan en algo
Salimos corriendo para ir a caminar
y fue tan poco lo que hablamos
y por cada sorbo, mirando la salida del bar
sintiendo la fuerza siniestra de naturaleza humana
se ancló, comenzó la invasión diaria de los recuerdos
la ansiedad inevitable de volver a nuestra cárcel
girar la puerta, salir corriendo una vez mas
llegar, volver a la humedad
encontrarla en la cocina
ella no estaba
el de siempre
el que levanta la cola de mi sombra
me dice: anda a dormir
la encontré en un sueño
pero no estaba en la cocina
era un sueño de naturaleza ordinaria
ahí radica su encanto, una especie de Ilusión
Y todo vuelve a una normalidad
una realidad que ni me la creo aunque la compro
está muy barata
y así, mi mas pérfido enemigo me empuja
en la lucha de hacer lícita la dulzura del vino
retenerla en el recuerdo
juntar valor, retenerla entre sus manos
Sin embargo, a pesar de todo existen las tinieblas y el alma del hombre es triste. Infinitamente triste. Mas la vida no puede ser así. Un sentimiento interno me dice que la vida no debe ser así. Si yo descubriera la particularidad de por qué la vida no puede ser así, me pincharía, y como un globo me desinflaría de todo este viento de mentira y quedaría de mi apariencia actual un hombre flamante, fuerte como uno de los primeros dioses que animaron la creación. Roberto Arlt,"Los siete locos" 1929
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