Traté de dormir, de buscar paz, solo encuentro demonios y bataolas con destajo de vientres de hombres que nacidos de otra forma podrían ser pintores, ganadores de récord con la ciruela mas grande del mundo, padres de familia de los que se escribe un libro y sin embargo nada es malo en el sueño nada está mal, nada está bien, la paz mental se desdibuja de significado y siento las arterias por estallar, la cama se agita con el latir del corazón que resuena al invadirse de un recuerdo incómodo de una realidad que nunca existió, tratando de canalizar tanto desorden en sujetos y predicados articulados con una lírica que trata de encausarse en la simple comunicación con otra finitud que se expresa recibiendo. Creo que debo abandonar la búsqueda de la paz --aunque mañana esté sobrio en la normalidad de la rutina que es el cáncer de esta sociedad de hombres potencialmente creadores-- que es un infinito imaginario, ya no sé lo que busco, solo creo estar agarrado a algo, con mi mano izquierda que es la menos fuerte, algo viscoso, tal vez la extremidad de un monstruo marino.
Sin embargo, a pesar de todo existen las tinieblas y el alma del hombre es triste. Infinitamente triste. Mas la vida no puede ser así. Un sentimiento interno me dice que la vida no debe ser así. Si yo descubriera la particularidad de por qué la vida no puede ser así, me pincharía, y como un globo me desinflaría de todo este viento de mentira y quedaría de mi apariencia actual un hombre flamante, fuerte como uno de los primeros dioses que animaron la creación. Roberto Arlt,"Los siete locos" 1929
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